martes, 1 de diciembre de 2009

VIH, la Necesidad de un Nuevo Lenguaje Social

En México en este momento entre el 0.5 y el 1% de la población comprendida entre 15 y 49 años vive con el Virus de Inmunodeficiencia Humana, una cifra que podemos considerar baja si la comparamos con Botswana, Zimbabwe o Swazilandia donde la cifra está entre el 30 y el 50%, en esos países la palabra futuro ha perdido sentido para gran parte de sus habitantes.

El manejo estadístico resulta complicado la mayoría de las veces, aplicar un dato a la ligera nos lleva a pensar que una persona de cada 100 o 200 del rango de edad señalado está infectada, en México, pero quién es esa persona, dónde está, este dato es importante no para que todos tengamos que saberlo sino para que quienes tienen que brindarle atención puedan actuar oportunamente, es de vital importancia precisar grupos de riesgo, lo cual, si bien no omite casos aislados, permite establecer estrategias de acción.

En este momento, de acuerdo con datos vertidos en el Congreso Nacional sobre VIH-SIDA que se desarrolla desde hace dos días en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, 62 de cada 100 infectados son hombres que tienen sexo con otros hombres, HSH en los códigos políticamente correctos, sin embargo el sector que tiene un mayor incremento en la última década es el de mujeres heterosexuales que, en apariencia al menos, tienen una pareja estable.

En la guerra de cifras algo que llama nuestra atención es la correlación con datos de la Organización Mundial de la Salud que indican que de cada 10 mil expuestos a una fuente infectada 9 mil lo fueron a una transfusión de sangre, 2 mil quinientos durante el parto, 67 por uso de drogas inyectables, 50 por coito anal receptivo, 30 por agujas de laboratorio (al hacerse análisis de sangre), 10 por coito vaginal receptivo, 6.5 por coito anal insertivo, 5 por coito vaginal insertivo, uno por felación receptiva y medio punto por felación insertiva.

Eso significa que muchos HSH no se contagiaron por relaciones sexuales sino por transfusiones, aunque claro, siempre podemos suponer que el asunto de las transfusiones no ocurrió en México sino en África.

Deducimos de esto que es más peligroso hacerse una transfusión que tener sexo y que es bastante más peligroso ser penetrado que penetrar, sin embargo cualquier día puede uno descubrir que aunque las estadísticas marcan que hay una posibilidad entre 20 mil de infectarse por una chupada, esa posibilidad se da, ser uno entre veinte mil no es ningún orgullo en este caso.

Las estadísticas no nos pueden decir cómo empezó todo, pero si que tanto ha avanzado y de que manera, lo siguiente es encontrar respuestas para las preguntas inevitables, curiosamente dos de ellas tienen respuestas similares: ¿Cómo hacer para no adquirir el virus? y ¿Qué hacer si ya lo adquirí?: 1) mantener una alimentación saludable, libre de grasas y con la menor cantidad de proteína animal (o nada si es posible), 2) utilizar preservativos siempre en todo tipo de relaciones sexuales, 3) no utilizar drogas de ningún tipo, menos aún si son inyectables, 4) exigir el uso de agujas desechables en transfusiones y análisis de sangre, 5) ingerir alcohol de forma moderada (nunca emborracharse), 6) no fumar, 7) hacerse la prueba de detección si se considera que hubo prácticas de riesgo o si se planea un embarazo, 8) renunciar al lenguaje doble o engañoso, la sinceridad es vital.

Aquí pareciera que vamos a irnos por un camino escabroso y que nada tiene que ver con el tema que propusimos, pero no se pongan nerviosos, es una simple acotación.

Últimamente ocurren cosas extrañas, aparecen nuevos virus que nadie sabe a ciencia cierta de dónde salieron, hay opiniones encontradas, debates acalorados, conclusiones confusas, pero siempre, casualmente, hay un laboratorio que ya nos tiene listo el remedio, algo insólito, durante décadas la gente esperó por una solución para la polio, ahora más tarda en aparecer un virus que en que nos vendan la vacuna.

Estas casualidades están confrontando a científicos de todo el mundo, en el caso del tema que hoy nos ocupa la versión oficial nos dice que el VIH provoca el Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida y otros investigadores, entre ellos los premios Nobel de química Walter Gilbert y Kary Mullis, dicen que no existe ninguna relación entre VIH y SIDA. Al respecto Gilbert comentó: "La comunidad en su conjunto no escucha pacientemente a los críticos que adoptan puntos de vista alternativos. Aunque la gran lección de la historia es que el conocimiento se desarrolla a través del conflicto entre puntos de vista".

Esto lo mencionamos no con el afán de generar polémica, por curioso que pudiera parecer en el fondo de esas opiniones encontradas hay afinidades importantes. Es cierto que muchas personas que adquirieron el VIH finalmente murieron por enfermedades derivadas del SIDA, pero también lo es que han muerto de enfermedades derivadas del SIDA personas que no tenían previamente VIH, en este punto recordemos que el SIDA no produce la muerte directamente, ocurre que al debilitar el sistema inmunológico provoca que el organismo pierda su capacidad de respuesta ante otras enfermedades virales.

Otro dato significativo es que al principio se pensaba que después de diez años todos los portadores de VIH derivarían hacía el SIDA, no fue cierto, hay personas que llevan casi veinte años con VIH y no han desarrollado el SIDA.

Las personas que desarrollaron el SIDA y murieron tenían antecedentes de alcoholismo, drogadicción, tabaquismo, diabetes, sobrepeso o serios problemas nutricionales.

Las personas que a pesar de vivir con VIH no han desarrollado SIDA no tienen antecedentes de alcoholismo, drogadicción, tabaquismo, diabetes, sobrepeso o problemas nutricionales.

Otro dato que pareciera no venir al caso, pero es sumamente interesante, las personas que están muriendo víctimas del virus A H1N1 tenían antecedentes de alcoholismo, drogadicción, tabaquismo, diabetes, sobrepeso o problemas nutricionales, las personas que han sido atacadas por el virus y no tenían esos antecedentes mejoraron en un par de días, muchos de ellos sin tomar nada más que paracetamol, algo que se consigue en la farmacia de la esquina.

Esto puede significar que los grandes males de la humanidad en el siglo XXI no son los nuevos virus, independientemente de cual sea su origen, sino el hambre y nuestros malos hábitos, el beber agua pura y alimentarse sanamente puede parecer el colmo de la simpleza, sin embargo puede significar el principio de la solución.

Por supuesto alguien que viva con VIH debe además someterse a un protocolo clínico, pero el protocolo solo no los va a salvar, muchos de quienes han muerto lo seguían al pie de la letra.

Esto, evidentemente, no elimina el problema de los virus en si mismos, es muy importante no adquirir el VIH, algo también simple en apariencia, en los casos de contacto sexual el uso del condón o de productos derivados del mismo elimina los riesgos por completo si se utilizan adecuadamente, la utilización de jeringas desechables elimina los riesgos en transfusiones e inyecciones subcutáneas, los análisis permiten saber si existen o no riesgos en embarazos programados, en el caso de los adictos a drogas inyectables no parece que haya mucho que hacer, cómo pedirle a alguien que no tiene ningún control sobre sí mismo que no comparta jeringas o que no reutilice agujas, ni siquiera el dotarlos de jeringas gratuitamente es una garantía, la drogadicción es un callejón sin salida, el SIDA, la sobredosis o la muerte por violencia son una constante para los adictos.

La cuestión es que las opciones de prevención y aún el caso de las adicciones se topan con una barrera grave, el lenguaje convencional, el apego a normas arcaicas de comunicación que resultan obsoletas ante la problemática actual.

Citemos algunos ejemplos.

Caso 1, Antonio, el marido regresa a su pequeña comunidad rural después de varios meses de trabajar en Estados Unidos, como la abstinencia no es lo suyo tuvo algunas aventuras o algún día que de plano no se aguantaba pagó por servicios sexuales, sufrió contagio del VIH pero aún no lo sabe, en la efusión del reencuentro tiene relaciones sexuales con Concepción, su esposa, nadie esperaría que fuera de otra forma, pero no utiliza condón para evitar que ella piense que anduvo de canijo en el otro lado, contagia a su mujer. Pasadas las fiestas o cuando empieza la nueva temporada de cosecha Toño vuelve a emprender el viaje y Concha queda sola otra vez, ella tampoco se conforma con la abstinencia, para eso tiene a su compadre Justino que la consuela en su soledad, lo contagia, Justino tiene esposa, la contagia, la esposa del compadre es una mujer creyente y pasa mucho tiempo en la Iglesia, contagia al párroco… cuando nos damos cuenta medio pueblo ha adquirido el VIH, sin saber cómo hasta el monaguillo está contagiado y todo porque un señor no quería que su esposa pensara que había tenido contacto con otras mujeres, ni ella quería que el supiera de la existencia de otro hombre.

Caso 2, Ernesto y Carlos, quienes fueron pareja, se reencuentran después de un tiempo, ambos tienen VIH pero ninguno de los dos sabe a ciencia cierta cómo fue el contagio, a los dos les da pena confesarle al otro lo que les pasa, tienen un nuevo encuentro sexual y no utilizan condón, en su interior ambos se reprochan por no haberle dicho nada al otro pero se consuelan pensando que no en todas las relaciones hay contagio; cuando van nuevamente al chequeo médico descubren que ahora en su organismo hay dos cepas diferentes del virus, el tratamiento será doblemente complicado.

Caso 3, Evangelina y María tienen sexo oral, no utilizan el campo de látex, una de ellas sabe que tiene VIH pero no se lo dice a la otra porque sabe que si en una relación pene-boca la posibilidad de contagio es de uno en 20 mil, estima que en una relación boca-vagina la posibilidad se reduce a uno en 50 mil; meses después su compañera descubre que en la ruleta rusa de la vida le tocó ser una entre 50 mil posibilidades de que no ocurriera nada.

Caso 4, Lidia tiene un novio de aspecto varonil, Jorge, con el que tiene relaciones sexuales, en realidad él es bisexual y le gusta tanto estar con Lidia como con Ricardo, su instructor de pesas, con ninguno de los dos utiliza condón para que no sospechen de su doble juego; al final ninguno de los tres sabe quién contagió a los otros dos.

Caso 5, Ingrid es trabajadora sexual, la situación está mal, hay pocos clientes, apenas saca para la comida de su niño y no ha ido a revisión médica en varios meses, se ha estado sintiendo rara pero su “protector” no acepta razones, le dice que no pierda el tiempo en nimiedades, que con la crisis hay que talonear el doble, la aborda un cliente que promete pagar el doble si acepta hacerlo sin preservativo, porque a él le gusta sentir el contacto piel con piel, teme que la vaya a infectar pero al final decide que de algo se tiene que morir uno; quien tenía VIH era ella, el campeón de los contactos plenos es el nuevo miembro del club.

Así podríamos seguir durante días, aunque después de unos veinte casos empezaríamos a creer que tenemos deja vú, la mayor parte de los contagios se deben a que seguimos anclados en la simulación social, en el lenguaje de los roles sociales y no en el de los seres humanos con problemas y defectos.

Las relaciones entre personas no las vemos como el encuentro de seres libres sino como ataduras que nos imponemos, son parte de los mecanismos de evasión que menciona Erich Fromm en “El miedo a la libertad”, vivimos bajo un patrón de conducta que nos marca que una relación debe ser monógama, heterosexual e indisoluble, sin embargo en cuanto rascamos un poco en la superficie nos damos cuenta que ni siquiera quienes velan por la aplicación de la regla pueden observarla, y aún cuando esa posibilidad existe, es sólo eso, una posibilidad entre muchas, el problema radica en que nadie se atreve a plantear otras opciones desde el principio.

La sociedad mixteca de la costa de Oaxaca establece una clara diferencia entre amor y sexualidad, asignándole a está última el carácter de necesidad fisiológica, por lo que la fidelidad entre una pareja se refiere exclusivamente al terreno afectivo pero no al corporal. Entre los yanomami de la cuenca del río Amazonas la pareja no existe, hombres y mujeres viven separados, las aldeas tienen cuatro grandes áreas, la casa de las mujeres, la casa de los hombres, la casa de los niños y el comedor comunitario, los encuentros sexuales no implican constituir una pareja, los hijos lo son de toda la comunidad.

En Juchitán, en el istmo de Tehuantepec, la sociedad es matriarcal, es ella la que elige marido, la bisexualidad de cualquiera de los miembros de la pareja no es un agravante en la relación y tener un hijo homosexual, muxe, es un orgullo para la madre.

Estos son ejemplos de sociedades diferentes a la dominante, pero aún dentro de nuestra estructura social, detrás de las apariencias, existen acuerdos de pareja e incluso acuerdos que contemplan la participación de tres o más componentes, cuando las situaciones se dan con el pleno consentimiento de las partes y son parte de un proceso de comunicación abierto, son mayores las posibilidades de mantener una vida saludable.

La lucha contra el VIH debe darse desde varios frentes, el leguaje es uno de ellos, el establecer reglas claras entre los miembros de una relación, vivir de acuerdo con ellas o informar de inmediato cuando ha ocurrido algo que pueda afectar al otro, otra o a los demás es la base.

La diversidad ha existido en nuestra geografía desde siempre, aquí conviven diferentes pueblos, diferentes visiones culturales, diferentes visiones de la sexualidad, es inútil pretender que un esquema sea válido para todos, sin embargo la modificación del lenguaje no puede darse por decreto, en la medida que cada cual acepte su responsabilidad para con los demás la palabra recobrará su carácter y permitirá que nos comuniquemos sin máscaras.

Esto tenemos que empezar a hacerlo todos, cada uno en su propio ámbito, estamos obligados a perder el miedo al que dirán y actuar con sinceridad, de lo contrario no hay campaña oficial que valga.


Ponencia presentada en el acto de conmemoración del Día Internacional de la Lucha contra el SIDA, en el penal de Pacho Viejo, Veracruz, el 1º de diciembre del 2009

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